domingo, 27 de marzo de 2011

Carta a una polilla

Querida Larva de Polilla que se ha instalado en mi habitación:

No sé desde cuando llevas pegada a la pared, pero quería decirte que no te preocupes, que no tengo pensado hacerte daño mientras dure la metamorfosis. Ya es suficiente putada tener que arrastrarse enfundada en esta pelusa de ombligo. Tú haz, haz, sin prisa.

Sólo te pido una cosa. Cuando te hagas mayor y te conviertas en ese puto bicho con alas feo, repugnante y repulsivo, te agradecería que siguieras las siguientes normas de convivencia:

1. Los armarios de la cocina no son un buffet libre.

No, no me mires así. Ya sé que está lleno de comida y bebidas, pero eso no quiere decir que sea para ti y mucho menos que tengas derecho a restregar tus asquerosas alas peludas por todos los rincones. Que da mucho asco abrir la puerta del armario y encontrarse, no una, sino tres o cuatro compañeras tuyas revoloteando por ahí dentro. A vosotras quizá os parece un buen lugar para jugar al escondite. Lo entiendo, es un lugar oscuro lleno de cajas y rincones recónditos.
Uhhh, mira, qué divertido, jujuju, jajaja, ¡seguro que dentro del bote de Nesquik no me encuentran!
Pues que sepas que al menos una cincuentena de compañeras tuyas que entraron en este armario el verano pasado no volvieron a salir.

[Modo sádico ON]

Sí, no te imaginas la ilusión que me hacía abrir la puertecita y descubrir que cada vez había más y más polillas pegadas en la trampa adhesiva. No te imaginas el morbo que daba verlas agonizar y como me miraban suplicando que las ayudara, mientras yo las contemplaba comiendo galletitas saladas. Momentos como ese me hacían sentir como un Dexter en potencia

[Modo sádico OFF]

Evidentemente, también tienes prohibido acercarte a mis galletas, donuts, pastas y otras guarradas. Las tengo en un armario aparte, el escondite, como le llamo yo. Allí es donde guardo todas las golosinas dignas de comentarios del tipo: "Te popndrás como una vaca" o, dicho más sutilmente, "Muuuuuuuuuuu".

2. Nada de jugar a Susto o Muerte dentro de los paquetes de crispis.

También debe ser de lo más divertido criar como conejos dentro de los paquetes de crispis. Y sí, seguramente existen seres peculiares como Bear Grylls o Frank de la Jungla que saltarían de alegría pensando: "Mmmm ... ¡Proteínas!", pero el resto de mortales no nos hace puta gracia.

Que más de una vez he estado al borde de un ataque cardíaco cuando, al abrir el paquete casi nuevo y cerrado con una pinza, ha salido una polilla disparada al grito de "¡Freedooooom!". Entonces he acabado tirando todos los crispis en el suelo y me he ido cagando leches lo más lejos posible. Pero por si esto fuera poco humillante, siempre hay alguien que me ve correr por el pasillo con cara de camión y me pregunta:
¿Qué leches te pasa?
Y yo, para no quedar mal, siempre exagero un poco la situación:
¡Una polilla así de grande (indicando un tamaño de unos 7 cm con los dedos índice y pulgar) me ha atacado cuando me iba a hacer un bol de crispis con leche! ¡Un poco más y me entra por la boca, la muy guarra!

3. Mi taza de café con leche no es una piscina.

No me gusta nada levantarme por la mañana con cara de zombie y encontrarme con una de vosotras nadando felizmente dentro de mi taza de café con leche. Que, perdonad que os diga pero... Si no sabéis nadar, ¿qué leches (y nunca mejor dicho) hacéis ahí dentro? Lo hacéis sólo por joder, ¿no? Tenéis polillas kamikaze entrenadas exclusivamente para boicotearme el desayuno, ¿verdad?

4. El primo de Zumosol es bienvenido siempre y cuando esté dispuesto a hacerme de modelo para una sesión de necrofotografía.

Si, hombre, todas las polillitas pequeñas tiene un primo de Zumosol, aquel que se pasa todo el año comiendo como un cerdo, y cuando llega el verano, va de visita a la casa del pueblo.

Que yo estoy tan tranquila en mi casa y de golpe veo algo raro por el rabillo del ojo. Miro hacia arriba y veo una inmensa polilla negra de 5 cm de ancho por 7 de largo, allí, pegada a la pared. Me acojono y pego un salto del sofá como si hubiera visto un zombie hambriento viniendo hacia mí.

La gente normal cogería el periódico y PLAF. Pero yo, desde que tengo el objetivo macro, me interesa hacer fotos de bichos varios. Pero, ¿qué pasa? Que no paran de moverse y esto, junto con mi pulso de mierda, la foto no puede quedar bien de ninguna manera. Y como las polillas no entendéis nuestro idioma, no puedo deciros:
Oye, ¡haz el favor de estarte quieta! ¡Y sonríe, hostia, que esto no es un funeral! Va, que si te portas bien te etiquetaré en el Facebook. Venga, di: ¡naftaliiiiiiina!
Así que al final he llegado a la conclusión de que para poder hacer una foto en condiciones a una polilla, debe estar... ejem... cómo decirlo de una manera que no te ofenda... mmmm.... muerta. Pero no te preocupes, siempre procuro hacerlo de la mejor manera posible y sin que sufran.

[Modo Sádico: ON]

Primero las rocío con medio bote de Bloom. Cuando empiezan a volar como si se hubieran pasado toda la noche de botellón y finalmente caen al suelo, las recojo y las dejo agonizando dentro de un bote. Al día siguiente las clavo en una aguja y... que empiece el espectáculo.

[Modo Sádico: OFF]



Ahora que, bien pensado, no sé por qué te escribo estas líneas. Las polillas sois unos bichos feos, estúpidos e insignificantes y, además, no sabéis leer. Sólo sabéis incordiar y dar por saco.

Así que he pensado que como tú seguirás haciendo lo que te dé la gana, yo también.

PD: Por cierto, si ahora ves venir alguien con un periódico en la mano no te asustes.

Con cariño,

Anna

2 comentarios:

  1. Ja ja ja ja, no seas tan mala con las pobres polillas, no te hacen nada. Recuerod un dia, justamente el verano pasado, en que mi hermana y yo llegamos de dar una vuelta y encontramos la casa llena, llenita de polillas. Habia lo menos 50 o mas. Activamos el modo sadico como tu dices y las fuimos matando con todo lo que teniamos a mano: insecticida, la escoba, paños de cocina... yo que se. Que locura, nos tiramos como dos horas cazando polillas por toda la casa y tirandolas al vater para que se ahogaran y no volvieran vivas a darnos un susto. Que dia mas malo... encima, esa noche tuve pesadillas, pero no con las polillas, con una peli de miedo que me conto mi hermana. Lo puse en el blog... ¡¡Besitos!!

    ResponderEliminar
  2. una vez entraron 5 o 6 murciélagos en la casa del pueblo y al final terminé durmiendo con uno en el cuarto... lo de la carta a un polilla ha estado bien me ha recordado en título de un libro que sacó Jose María Aznar "carta a un joven esppañol"

    un saludo

    ResponderEliminar