viernes, 20 de enero de 2012

Y el día más temido llegó

Sabía que tenía que pasar un día u otro, pero lo iba retrasando cada vez más, poniendo excusas:
"En verano paso, no podré tomar helados. Mejor en septiembre.
"Ahora en Septiembre tampoco, que acabo de empezar las clases y no puedo faltar ningún día.
"¡Para Navidad ni hablar! Me quedaré sin comer turrones y sin ponerme como una cerda de pavo. ¡Uy, no, no!
"Uy, ahora tampoco me va bien, eh? Una horda de zombies está invadiendo mi pueblo y mejor que no salga de casa.
Pero finalmente me armé de valor y la semana pasada, el viernes día 13 (para más inri) fui a ese lugar que acojona más que El Corte Inglés el primer día de Rebajas. Ese lugar donde entras con la boca desencajada y sales con la boca más desencajada aún. Ese lugar que te da escalofríos nada más de pensar en él. Ese lugar donde los seres que lo habitan te invitan a pasar y te sonríen perversamente detrás de esa mascarilla azul turquesa. Ese lugar donde puedes ver a otras almas en pena como tu cayendo en las garras de estos seres maléficos, uno a uno.

Si aún no lo habéis adivinado, es que no habéis leído estas dos entradas, así que ya estáis tardando!


Sí, señores. Después de tantos años, por fin me he atrevido. Pensaba que no lo haría nunca, pero me podía más el miedo a acabar como un puñetero castor, y como en mis planes de futuro no se contempla la posibilidad de trabajar de taladora de árboles con mis dientes delanteros, decidí dar el paso.

Así que a mediados de Diciembre fui a la clínica a pedir hora para la operación de muelas del juicio. Me recomendaron que me las hiciera de dos en dos, primero un lado y más adelante, el otro. Más que nada porque ya que se tienen que pasar unos días no muy agradables, que se haga en menos sesiones posibles. Dejaron pasar las fiestas de Navidad y me dieron cita para el viernes 13 de enero a las 11 de la mañana. 

Durante la semana estuve bien, pero el mismo viernes ya me levanté con pequeños retortijones y el corazón palpitando más rápido de lo normal. Fui al trabajo y, tal como me dijeron, a las 10 me tomé un Ibuprofeno con el desayuno. Los compañeros de trabajo, a parte de mirarme con cara de compasión cuando dije que iba a operarme, me metieron el miedo en el cuerpo diciendo que me iba a doler mucho, que iba a estar con la cara hinchada, teniendo que hacer reposo una semana. O sea, que las iba a pasar putas. Ya bastante acojonada que estaba, sólo me faltaba eso. Gracias, compañeros ¬¬

Por suerte recibí una llamada de mi madre y un par o tres de mensajes de mi novio dándome ánimos, cosa que me sirvió de mucho =)

Y llegó la hora. A las 11h estaba en la clínica. Me sentía como un cochinillo a punto de entrar en el matadero. Como un perrito cuando le dices: "¿Vamos a bañar?". Como Frodo delante de la Puerta Negra de Mordor. Como el cámara de Frank de la Jungla. Como los cajeros del IKEA un sábado por la tarde. Como la pareja de juego de Remedios Cervantes en un concurso de televisión. Como cuando un zombie viene corriendo a por ti. Como cuando te aparece un pantallazo azul en el ordenador. Como cuando no te funciona WhatsApp. Pero todo junto. Captáis la idea, no? Pues eso.

Tenía cita a las 11h, pero igualmente me invitaron a que me sentara y esperara. En aquella sala de espera de color naranja fosforito chillón, con dos fotos colgadas de niños lavándose los dientes y sonriendo maléficamente.

Y delante mío tenía el mueble que no puede faltar en ninguna sala de espera: la mesa infernal de las revistas. A ver qué hay... El Hola. Mierda. El Qué Me Dices. Mierda y media. Paso. Prefiero pasar los últimos momentos mordiéndome las uñas con la mirada perdida antes que ver una foto de la última rinoplastia de la Esteban.

Señor Juan, pase. Señora María, le toca. Pepito de los Palotes, su turno. Y así pasaron 45 minutos. Los 45 minutos más largos que he tenido, viendo como entraban y salían almas en pena de las consultas. 45 minutos oyendo el inquietante y terrorífico sonidito del torno de dentista. Inlcuso me parece oír los gritos de un pobre cochinillo:





Y yo, mientras, esperando cual preso en el corredor de la muerte. Llevo aquí 45 minutos pero da igual, vosotros a vuestro rollo. Total, me estoy quedando sin uñas, mi culito no puede estar más cerrao de lo que ya está, mi corazón está a punto de reventar y estoy por entrar en combustión espontánea, pero tranquilos que todo va bien.

Ahora sale un chico con cara de mala hostia y con una bolsa de hielo en la mejilla. Mierda. Seguro que a éste le han hecho lo mismo que a mi. Y no tiene muy buena cara. Qué asco esa babilla que le cuelga del labio inferior.

De repente, una cabeza flotante con gorro de cirujano aparece por detrás de la pared y una vocecilla dice las palabras mágicas:
"¿Anna? Ya puedes pasar.
Mierda. Mierda Mierda Mierda. 

En ese momento mi vida entera pasa por delante de mi como una presentación de Power Point, pero sin ositos. Sonrío lo mejor que puedo, aún teniendo la boca desencajada y los músculos de la cara paralizados. Parezco Chandler de Friends. Me levanto y acompaño al espectro vestido de azul turquesa por el pasillo hasta la cámara de gas, la segunda a mano izquierda. Me siento en la camilla infernal y me suelta:
"Qué, ¿como estamos? Muerta de miedo, ¿verdad?
Hombre, pues la verdad es que sí, no se lo voy a negar.

Hay que reconocer que la mujer es muy maja, antes de empezar se sienta y me explica lo que me va a hacer, lo que voy a sentir, etc. Me dice que ella no trabaja con dolor. En ese momento me acuerdo de Rocky Balboa y su "No Pain, No Pain!!!!". Ji ji ji. Me río. Risa nerviosa, sí.


Mientras me explica todo esto, otro de los espectros me sorprende por detrás y se abalanza sobre mi. Me coge de la cabeza y me tira del pelo!! Veo que con la otra mano sostiene una especie de bolsa azul. Seguro que quiere asfixiarme con ella. Ayuda, AYUDAAAAAAAAAAAh, no, espera. Es un gorro quirúrgico. Por higiene, dice. Uffff. No me déis estos sustos, hombre. 


Luego me saca una hoja y me dice que la firme. En ese momento me acuerdo de todas las series de médicos, en las que el doctor le da al paciente una autorización conforme le da permiso para abrirlo en canal y removerle bien las tripas. Bueno, vale, no pierdo nada. Rsrsrsrsrs. Plasmo mi firma.


Me acomodo en la silla. Tiran el respaldo hacia atrás. Se enciende la luz. 3, 2, 1... Empieza la masacre.


Después de 65436524 pinchazos de anestesia en la mandíbula inferior derecha,   parece que empiezo a notar algo. Mejor dicho, a no notar nada. Y en aquel momento veo pasar por delante de mis ojos el temido objeto. Ese objeto delicado pero puntiagudo y afilado. El objeto clave en toda operación. Así es: el bisturí. Ejem.... He dicho: 


EL BISTURÍ





Sí, esta misma cara es la que puse yo.


Si pensaba que no podía tener el culito más apretao, estaba equivocada. 


Abro la boca. De repente noto como el bisturí empieza a rajar la encía. Se supone que con los litros de anestesia que me han puesto no tendría que notar nada, así que levanto la mano. Milagro!! Me hacen caso y paran. Otros 568435 pinchazos. Ahora sí que no noto nada de nada. Ya me pueden descuartizar tranquilos, que no voy a quejarme.


La cirujana se ceba como nunca con el bisturí. Mientras tanto, el aspirador que llevo en la boca cada vez absorbe más y más sangre. Una sangre granate y espesa. Una vez acaba de rajarme toda la boca, saca el bisturí y con la ayuda de lo que parece ser un calzador, separa la mejilla. Seguidamente, mete una especie de destornillador justo en donde está la muela, y empieza a girar el mango. Cada giro que da es una presión bastante fuerte que siento en toda la parte inferior de la mandíbula. En ese momento no puedo evitar recordar alguna que otra escena de Saw.


¡Plop! Vaya, qué alivio. ¿Qué ha sido eso? Veo como coge las tenazas y sin hacer casi fuerza me sacan una pieza larga y sangrienta de la boca. Dios! ¿Eso es mi muela? Yo quiero verla luego!! Porfi, porfi, porfi!! 


Espera, que aún no han acabado. Ahora me ponen un par de puntitos. Qué agradable es tener un hilo de pescar de 2 metros saliéndote de la boca. Dar un par de vueltas más, cortan el hilo que sobra, y se acabó!


Siguen el mismo procedimiento para la muela superior. 64322 pinchazos de anestesia. Rajar la zona con el bisturí. Sacar la muela como si fuera un corcho de una botella de cava. Arrancarla con el fórceps. Poner los puntos. Meter un algodoncillo. ¡Y voilá!


3, 2, 1... Se apagan las luces. ¡Termina la función!





Pues no fue para tanto, ¡oye!


Después de la matanza, la cirujana se sentó y mientras sostenía un paquete de hielo en la mejilla, me explicó todo lo que tenía que hacer y tomar los próximos días.


Eso es:
  • Hielo en la mejilla durante todo el día. 
  • Ibuprofeno. 1 cada 8 horas. 5 días.
  • Amoxicilina. 1 cada 8 horas. 5 días.
  • Paracetamol. 1 cada 8 horas. 5 días.
  • Clorhexidina. 2 veces al día. 15 días.
Empastillada perdida, vamos. Entre esto, las pastillas para el corazón de mi tía y las pastillas de mi madre para la ciática, mi casa parecía el Pacha.

Ah, y tampoco podía escupir ni lavarme los dientes hasta el día siguiente. Para ir sacando la sangre, sólo había dos opciones: o tragármela o babear. Maravilloso. 


Por supuesto nada de comer sólidos, y solamente comida fría o tibia, nunca caliente.


Y ni hablar de hacer deporte durante 3 o 4 días. Mierda. Con el mono que tenía de Body Combat...

Al acabar, fui al mostrador de recepción. Se mostraron muy amables y me dijeron que para cualquier problema o duda, que les llamara. Qué buena gente, oye. Y qué atentos. Da gusto ir a un sitio como este y que te atiendan así de b...
Pues 312 €, por favor.
Serán hijos de *************!!!!!!!!!!!!


Así que salí de la consulta como si esos 300 € aún continuasen en mi cuenta, me despedí con un "grashlliashll" y fui directo a la farmacia a buscar todo el pastillamen.


Llegué a casa y lo primero que hice fue quitarme el algodoncillo lleno de babas y de sangre (siento ser tan gráfica, pero es lo que hay). Luego me tomé un paracetamol para el dolor, y me puse una bolsa de guisantes en la mejilla. No me miréis así, todos lo hemos hecho. Quién dice guisantes, dice una merluza o un filete de panga.



Lo mejor es que por la tarde había quedado con el churri, así que el pobre tuvo que aguantar mi cara de hamster y mi aliento a dentista. Sin olvidar el constante babeo de sangre como si fuera un zombie salido de The Walking Dead. Claro que teniendo en cuenta que nos conocimos en el foro de la serie, esto último fue algo simbólico. Verdad, cucurrucu???? xDDDD 


#ModoCursiOFF -_-

Total, y para terminar... 


Si alguien en mi misma situación ha venido a petar a este blog buscando información sobre la operación de muelas del juicio y no sabéis qué hacer porque estáis más acojonaos que los guardaespaldas de Justin Bieber (no me digáis que no, perras, que puedo ver las búsquedas de Google ¬¬), os diría que adelante.


Sí, acojona bastante porque al fin y al cabo no deja de ser una operación. De hecho, y a decir verdad, no paré de temblar y cada vez que veía el aspirador lleno de sangre, me daba un algo. Pero, en serio, no duele nada de nada. Sí que notaba como me rasgaban la encía y la presión posterior al sacar la muela, que quizás fue lo que más angustia me dio. También dolieron un poquitín los pinchazos de anestesia, sobretodo según la zona, pero se aguantaron bien.

¿Lo peor? Las horas siguientes a la extracción. Tuve que estar bastante rato con hielo en la mejilla para evitar que se me hinchara, pero aun así había ratos que parecía un hamster, y al día siguiente hubo quien me dijo que parecía que tuviera un Sugus en la boca ¬¬. Sí, sí... encima cachondeo...


Las heridas no pararon de sangrar, por lo que tuve ese saborcillo metálico en la boca todo el día. Además no podía escupir, de forma que la tenía que sorber y tragármela. Si me hubieseis visto... Estaba más mona...


A medida que se me fue pasando el efecto de la anestesia iba notando cada vez más molestias. Notaba como me tiraban los puntos y la zona donde estaba la muela inferior derecha me dolía cada vez más, por lo que tuve que empastillarme otra vez.


Los siguientes días mucho mejor, eso sí. Ya no dolía, pero con tanto punto parecía que tuviese un tropezón gigante atascado entre dos muelas. 


Hoy, por fin, me quitan los puntos. Espero que después de eso desaparezca ese regustillo raro que aún sigo notando en la boca.


Aún me quedarán las muelas de la parte izquierda, pero creo que será antes de lo que pensaba =)